VENTANAS ABIERTAS

Asomada a la ventana, incluso ante esta maravillosa vista, siempre soy víctima del vértigo. Siento unas aleteantes mariposas en el estómago porque me asaltan pensamientos "impuros" y preguntas cómo: "¿qué sería tirarse?". Nunca lo haría, es un simple pensamiento, una fantasía. Pero en el día a día bromeo a menudo con la frase: "Me tiraré por el balcón..." Y algo delata todo esto de lo que se fragua en mi inconsciente porque el personaje protagonista de mi novela A Solas, Martina, acaba muerta al caerse desde una terraza. Victor Frankl, el autor de El hombre en busca de sentido preguntaba a menudo a sus pacientes: "¿Por qué no se suicida usted?". En función de la respuesta, la terapia que seguía con ellos tomaba uno u otro camino. Yo me hago a menudo esta pregunta, sobre todo cuando a veces la vida pesa más de la cuenta, cuando me olvido de que vivir es vivir, no es pensar ni hacer, sino simplemente estar presente. Soltarse. Disfrutar. Mirar al otro y verlo de verdad. Encontrar una respuesta rápida me es fácil desde que soy madre, pero también estoy convencida de que no es razón suficiente, que uno debe tener sus propios motivos para vivir,  unos motivos únicos, a veces singulares, otras no tanto, pero que sólo dependen de uno.

Comentarios

  1. Pilar Jericó escribia de ello hace unos dias en El Pais: http://www.elpais.com/articulo/sociedad/esencial/invisible/elpepusoc/20111212elpepisoc_2/Tes

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