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Mostrando entradas de enero, 2012

LÍMITES Y ABISMOS

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Sentía que había llegado al final de un camino, que había alcanzado la cima de una montaña... Podía avanzar, pero había el peligro de caerse. Además con la altura y el esfuerzo se había mareado ligeramente. Miraba hacia abajo y parecía que el mundo había empequeñecido de golpe. A su alrededor había otras personas que escalaban otras cimas como ella había hecho, pero parecían muñequitos articulados pegados a una pared.  Hacía un sol que rejuvenecía por dentro. El aire no era frío. Se sentó en la roca y cerró los ojos. En su interior todo empezó a dar vueltas como si se hubiera sumergido en una centrifugadora. Las imágenes se sucedían una tras otra, pero se detuvo en una que especialmente relacionada con lo que ahora experimentaba. Bailaba con los ojos cerrados, necesitaba buscar el apoyo de la pared y cada paso que daba dirigiéndose hacia donde creía que se situaba el límite era un salto al abismo, un abismo como el que estaba ahora ante ella. Cada pequeño avance estaba lleno de co

RECUPERAR LA FASCINACIÓN

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Cuando veo esta fotografía no puedo creer que el tiempo haya pasado tan rápidamente. Ya sé que suena a tópico, pero recuerdo como si fuera ayer el primer día que vi a Arti cuando llegó de la India convirtiéndose en mi hermana de la noche a la mañana. Ella tenía 8 años. Mi hija que entonces tenía 4 y no paró de llorar como si anticipara que se le habían acabado los privilegios propios de ser nieta e hija única. Poco después mi hermano y yo llevamos a Arti a Sitges. Allí ella contempló el mar por primera vez. Llena de emoción e incapaz de poder expresar con palabras lo que sentía  -aún no hablaba catalán- se dedicó a labrar en la arena el símbolo de Om para borrarlo enseguida y volverlo a dibujar una y otra vez mostrando lo efímero de las cosas que suceden en la vida. Siempre creí que era también su manera de agradecer a Dios el hecho que le hubiera concedido por fin una familia después de tantos años de anhelo y de rogar por ello. No paraba de saltar, bailar, reír, tocar la arena, moj

EL MUNDO Y YO

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A veces contemplo el mundo como cuando era una niña, con una mirada atónita que busca entender, pero que también encierra cierto miedo y distancia por todo lo que ocurre a mi alrededor . Observo, intento adivinar casi desesperadamente lo que pasa por la mente de los adultos que me rodean, me empeño en dilucidar qué les mueve a actuar como lo hacen, pero como si yo no formara parte de ellos ni fuera de su misma especie. Les miro como el extraterrestre que aterriza por primera vez en la Tierra y descubre el género humano por primera vez. Efectivamente hay siempre una parte de mí que se siente fuera y que no quiere pertenecer. Es una parte indefensa e incapaz de contactar realmente con las personas con las que convivo por muchas horas que pase con ellas. Observo lo que ocurre a mi alrededor como si entre yo y la realidad hubiera un cristal infranqueable que me permite ver e incluso experimentar, pero me impide participar, incidir, compartir. Es mi burbuja particular, una burbuja que me