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Mostrando entradas de abril, 2012

SOLEDAD

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La primera vez que percibí la soledad de manera contundente tenía dieciocho años. Acababa de romper con mi primer novio y el dolor no me dejaba ni de día ni de noche. Curiosamente uno a veces acaba con el tiempo acostumbrándose a ese dolor pero en ese momento estuve varias semanas sin dormir y a pesar de que toda mi familia se volcó para sacarme de pozo en el que me sumergí no podían sostenerme. Recuerdo estar en el sofá de casa de mi padre ausente, abstraída completamente cuando me di cuenta de que la única que podía salvarme era yo. Podía seguir allí o salir hacia adelante. Podía optar por la locura o por la vida. Todo dependía de un pequeño hilo al que podía cogerme o no. Nacemos y morimos solos, y lo hacemos una y otra vez porque podemos compartir la vida y el dolor con los demás sólo hasta cierto punto. Por eso la amistad y el amor son un tesoro. Con ciertas personas uno es capaz de conectar incluso cuando ha pasado horas y horas encerrado en su jaula mental. Cuando veo a alguie

VIVIR DESDE LA TERNURA

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A veces, cuando me vacío de mis eternos discursos internos, me sucede algo maravillosamente sobrecogedor: veo al otro con los ojos del corazón y me comunico con él desde el alma. Es algo mágico que  tal vez dura unos segundos, tal vez unas horas . Me invade una inmensa ternura que se expande por todo el cuerpo derramándose hacia al mundo como la ola del mar que llega a la orilla. Es una sensación de plenitud que me sorprende por su suave intensidad y por su efecto sanador para mí y también para quien recibe esta forma de amor que acepta sin juicios, que ama sin expectativas, que comparte sin más, que cuida por cuidar. Es la ternura con la que la madre abraza a su bebé contra el pecho y lo sostiene una y otra vez tantas veces como haga falta. Sin esperar nada a cambio amando de manera incondicional. ¿Qué difícil y qué fácil es conectar con este sentimiento?  Con unas pocas personas me ocurre siempre. Con el resto d epende sobre todo de una actitud: no pretender, escuchar renunciando a

PARAR Y SABOREAR

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Querido futuro quiero aparcarte y no tenerte más en mi mente. Prefiero abrir los ojos, concentrarme en las sensaciones del hoy y percibir con el corazón todo aquello que vive a mi alrededor aquí y ahora. No voy a seguir especulando sobre lo que ha de venir. Hacer de vidente ha sido mi vocación durante mucho tiempo, controlar es mi afición preferida, mientras este instante es este instante y no volverá. ¿Cuántas veces más podré disfrutar de mi hija aquí al lado mientras se sumerge en un vídeo-juego y las dos nos dejamos querer por esta lluvia que nos obliga a encerrarnos en casa? Contemplo las fotografías de ayer y me doy cuenta del poco valor que le di a ese momento que ahora me despierta cierta nostalgia. Cuesta aprisionar el tiempo y las vivencias. Por eso me gusta escribir. Me ayuda a fijar lo que vivo, a poner el tiempo entre paréntesis. La mujer veloz dedide pararse, comprende que las prisas son una excusa para seguir anestesiada. Y con el descanso tal vez el corazón deje de vi