YO, TÚ, NOSOTROS

He descubierto una nueva perspectiva de la soledad: la dificultad de integrar el nosotros. Nos cuesta vaciarnos de nuestros discursos internos, de esa jaula que nos mantiene presos cuyos barrotes están conformados por pensamientos repetitivos. Pero la dificultad más grande está en establecer relaciones en las que entendamos el significado de la palabra nosotros. Me di cuenta hablando con mi amigo Damas Basté, experto en coaching. ¿Qué les pasa a muchas personas que hoy han optado por la soledad como forma de vida? Empiezan con una relación llena de dependencia en la que regalan al otro todo el poder de decisión. A veces se esconden detrás de la pareja simplemente por miedo a coger las riendas de su vida. También por comodidad. Esperan que el otro les traiga la felicidad y después cuando ésta irremediablemente no llega o se desvanece le culpan de los fracasos y de su vacío. Comprenden poco a poco, y no sin dolor, que deben hacerse cargo de su vida, que el otro simplemente no ha nacido para colmar sus expectativas. Y entonces crecen y luchan por su independencia. El nuevo lema es: "Soy autosuficiente, no necesito a nadie". La independencia, el paradigma del yo: yo puedo, yo soy responsable, yo puedo escoger. Y ahí también se acumula con los años ese peso que supone llevar una existencia a solas, el peso que por ejemplo soportan muchas mujeres tras un divorcio, el peso que queda cuando se ha malinterpretado que depender de alguien es muy peligroso. Sin embargo hay un nuevo camino que uno puede encontrar el valor de recorrer si es capaz de volver a arriesgarse, de confiar, de entregarse de nuevo no como un niño, sino como un adulto. Es el camino de la interdependencia, el paradigma del nosotros: nosotros podemos, podemos cooperar, podemos unir nuestros talentos y combinar nuestras diferencias para crear algo más importante. ¿Y qué significa en el día a día?, me pregunto de nuevo. Significa consultar, comunicarse de forma auténtica y decidir juntos. Significa ver qué es lo mejor para los dos, lo mejor para el grupo, lo mejor para la familia, para la sociedad, para el país, para el mundo. Se aleja del egoísmo y del individualismo a ultranza en el que vivimos y que nos aisla. Se trata de vaciarse para darse, de ver al otro, de ponerse en su lugar sin perder de vista el mío, de negociar para ver cómo nos encontramos... Se trata de trabajar el arte del contacto y de ampliar la capacidad de hacer crecer la intimidad. Todo un reto.

Comentarios

  1. La soledad puede ser un suplicio o puede ser un delicioso escape.
    Esto depende de cada uno y del momento.
    Pero también depende del ejercicio que se haga de la misma.
    Es cierto que el compartir o el ejercicio del "nosotros" es también muy difícil, sobre todo porque cada uno tiene "su camino" y no siempre hay posibilidades de compartir el viaje de la vida.
    Pero también es cierto que hay personas con mayor capacidad de escucha y de empatía que otras.
    Y algunas, desgraciadamente, sólo quieren o necesitan ser protagonistas y que todo gire a su alrededor. Y al que está a su lado, esta gimnasia le cansa mucho y se aisla.
    Pero, claro, este aislamiento puede ser también una forma de fuga.
    Un abrazo a todos.
    M. D. Muntané

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  2. La soledad es necesaria para distanciarse del ruido del mundo, y encontrarse en el propio silencio. Solo desde ahi podemos volver a abrirnos, con generosidad y entrega hacia el nosotros.
    Lo que da valor al vivir no es la materialidad ni la fe, sino la cantidad de amor y compasión que somos capaces de dar, y eso solo es posible desde una individualidad bien labrada y consciente de su pertenencia a un todo.

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  3. Mírate en los demás.
    Entonces, ¿a quién puedes hacer daño?.
    Buda

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    1. "La gente no tardará en comprender que la tranquilidad interior depende de una mente y un corazón abiertos, de sentir verdadero interés por toda la humanidad como una sola entidad", escribe el Dalai Lama.

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