MIRAR AL SOL

Ya lo expresa así Irvin Yalom: mirar de cara a la muerte todo el tiempo es como mirar al sol de frente, sólo puede soportarse un rato. Sin embargo vivir de espaldas a ella, como se suele hacer en nuestra sociedad occidental, tampoco es posible. Tarde o temprano la muerte se cruza en nuestro camino. Podemos seguir jugando como niños a simular que no está. Incluso escondernos tras la excusa de las obligaciones para no ir visitar a aquel familiar que está enfermo, para no acompañarlo en este trance porque el dolor que representa su perdida no se puede afrontar. También uno puede decirse que no pasa nada cuando alguien muy querido se va, que todo está bien. Tampoco suele ser tan fácil. Todos los mecanismos de defensa son lo que son, defensas que unas veces nos ayudan a vivir y otras nos impiden sentir. Pero a veces esta anestesia pierde su efecto. Y a uno no le queda más remedio que mirar al sol de cara aunque le ciegue. La muerte forma parte de la vida y ser conscientes que tenemos fecha de caducidad puede representar ser capaces de vivir conforme a nuestras prioridades y valores auténticos. Vivir más desde el corazón con intensidad y pasión. Como dice Mónica Cunill, doctora en psicología especialista en duelo, cuando aceptamos que la muerte forma parte de la vida, la persona en duelo está en disposición de abrirse y realizar una transformación personal. Supera la máxima prueba a la que nos podemos enfrentar, se trata de la verdadera conquista de quien soy".

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