CUANDO ALGO NOS DUELE EN LA VIDA...


La pérdida de un ser querido -y a veces las pérdidas en general-
desencadenan una cascada de emociones que unas veces nos atrevemos a vivir y otras no tanto. El ser humano tiene cinco emociones básicas: alegria, rabia, amor, tristeza, miedo. Cada emoción suele localizarse en una zona del cuerpo. Así, si no nos damos permiso para expresarlas, es fácil que en el proceso de superación de la pérdida aparezcan dolores en el cuerpo. Surgen dolores fuertes de espalda, fatiga, fibromialgias... Es importante validar cada una de las distintas emociones que irán apareciendo y darse un espacio para su expresión, sólo así podamos traspasarlas realmente. Otras de las grandes dificultades ante las cuales nos topamos es la dificultad de aceptar que durante un periodo de tiempo no podemos conseguir ser productivos. Es algo que esta sociedad no facilita. Nuestra sociedad, soberbia, amante del control y enemiga de la vulnerabilidad vive de espaladas a la muerte, a la enfermedad, a la vejez e incluso a los niños. Conviene detenerse, evitar la huida que nos empuja fuera de nostros mismos... Alejarse del dolor paradójicamente nos genera más dolor aún. "Cuando algo nos duele en la vida no solemos pensar que ése sea nuestro camino y la fuente de nuestra sabiduría. De hecho, pensamos que estamos en el camino para librarnos de esa sensación dolorosa. Al mismo nivel en que queremos librarnos de nuestros sentimientos y sensaciones, cultivamos inconscientemente una sutil agresión contra nosotros mismos", asegura Pema Chödrön.


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