ALEGRÍA DE VIVIR

La entrega es básica para conseguir entender los mensajes escondidos que trae la vida. O somos obtusos en comprender las señales o el universo debería expresarse más alto y más claro. Sin embargo suele ser una discusión perdida, un combate dialéctico tan estéril como el que mantengo cada día con mi hija adolescente, que diga lo que diga, haga lo que haga, siempre tiene la razón, y lo que es peor, siempre quiere tener la última palabra. Resulta agotador. La vida a veces toma este sesgo. Uno se cansa y se rinde ante la lucha que implica comprender su sentido. Tal vez esta es la primera gran equivocación buscar un por qué y empeñarse en tomar una dirección. Vivir es simplemente vivir. Estar vivo es vivir. Nada más y nada menos que tener la posibilidad de sentir, gozar, estar... Son palabras que han sido tan utilizadas últimamente que han perdido fuerza, hay que experimentarlas para conocer su significado. A veces veo más claro cuando cierro los ojos y miro hacia dentro. En estos días es fácil que el paisaje interior sea más apetecible que el exterior, lleno de susto y malas noticias. En mi interior he encontrado un espacio, una especie de jardín donde encuentro refugio. Es un jardín frondoso. No muy luminoso pero lleno de paz. Bajo a él por una escalera en la que con cada peldaño se va borrando un poco más el tiempo y, cuando estoy al final de ella, se abre una amplia estancia blanca llena de plantas en la que al fondo veo a toda mi familia, a todos los que están y a los que ya no están. Me encanta encontrarme con ellos, me hablan con su mirada llena de amor. Me susurran consejos que a veces se me olvidan al instante que abro los ojos pero que me quedan dentro del corazón y me cambian. Me dicen que puedo abrir cualquier puerta por cerrada que parezca, que no luche, que me asiente... No utilizan el lenguaje que todo lo constriñe y lo limita sino que me trasladan a una nueva dimensión en la que nada importa tanto, en la que todo ocurre sin pasar. No sólo ellos se comunican de esta manera. En ciertos encuentros con amigos consigo llegar a esta misma dimensión serena. Entonces, me estiro en el suelo boca arriba, cruzo las piernas al aire, respiro llenando el vientre de aire, vuelvo a sacarlo hasta vaciarme completamente y me lleno de alegría de vivir.  

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