CONFESIONES EN NAVIDAD

Llegan las navidades. Nunca me han gustado estas fechas a las que a la oscuridad del invierno se añade la cercanía del fin de un año. Y los finales, sean de lo que sean, me entristecen porque obligan a desapegarse, a hacer balance, a realizar una incómoda introspección de lo que ha sido y también de lo que podría haber sido y no fue. Tenía 20 años y ya no me gustaba esta época porque me invadía la sensación de que no estaba aprovechando suficientemente mi vida. Sigo con la misma sensación. Con este estado de ánimo "poco iluminado" se me aparece este anochecer la imagen de mi padre que en estos días no estará en la mesa. Con nostalgia y también despertándome una gran sonrisa me viene a la memoria una de las últimas cenas de fin de las que celebramos en su casa y de repente nos sorprendió a todos asegurando sin que viniera demasiado a colación de nada: 
-"Siempre me han caído bien las putas. Me caen bien estas mujeres, me parecen muy respetables. Me trataron bien. Siempre fueron amables conmigo", nos dijo entre copas mientras mi hija alucinaba divertida con la confesión pública e impúdica que hacía su abuelo. 


Le veo en esta foto que le hizo su amigo fotógrafo Manel Armengol cuando ese momento vivía en París y nosotros vivíamos en Barcelona. Diría que pertenece a esa época en la que nos encontrábamos como a escondidas en la playa de Badalona después de meses sin vernos y pasábamos la mañana jugando a pelota o haciendo acrobacias en las playa. Mis padres ya se habían separado. Viéndola ahora me parece adivinar que se sentía cansado. Me contrasta con la foto que me encuentro que se hizo cuando vino a verme en el día de Sant Jordi en Las Arenas cuando estaba dedicando libros de "A Solas, la aventura de vivir" a quien venía a vernos a Araceli y a mí. Le veo muy guapo y relajado, aunque ya habían pasado al menos más de treinta años de una foto a otra. Con el paso del tiempo había ganado paz interior. Su sabiduría pasaba por disfrutar de cada momento tal y como venía. De eso no tengo duda. Parecía aceptar la vida sin rebelarse ante lo que acontecía, incluso cuando la enfermedad
apareció con su crudeza, su crueldad, su falta de compasión como una apisonadora. Puede que la creemos nosotros con nuestro estilo de vida, con nuestra falta de amor y deseo por la existencia y la belleza del universo. No perdía la sonrisa. A veces me parecía que la sonrisa era una pose. Una careta que escondía el dolor y el sufrimiento, que servía para no tener que abrirse demasiado cuando él no lo deseaba. Pero después llegué a la conclusión que tal vez, tal vez su sabiduría le había llevado a celebrar siempre lo mucho que había vivido y disfrutado. Siempre fue un hombre libre. 
Un día estábamos en casa y estaba muy abatido. Entonces mi padre después de yo haber realizado una entrevista con un escritor en el estudio de casa y él las fotografías, como tantas otras veces, después de disfrutar de poder trabajar juntos, nos sentamos a tomar un té. Eran unas tazas de té que se convertían en momentos de profunda intimidad, algo en lo que él era experto. Hablábamos de todo y de nada. Pero sobre todo en la mayoría de ocasiones nos dedicábamos a analizar cómo era nuestra vida y cómo nos sentíamos en ella. Un vicio familiar. Confesó con tristeza que se sentía un fracasado. Yo siempre le he defendido y le dije: 
-Pero, fracasado ¿cómo? ¿Por los hijos que tienes? ¿Por haber sido siempre un hombre libre que no se ha vendido y que ha hecho lo que le ha dado la gana? Un hombre que fue valiente para dejarlo todo por una vocación, por un sueño y que no ha temido empezar de cero. ¿Fracasado por tener una pareja a la que quieres? ¿Por estar rodeado de amigos? 

Creo que no le convencí. A veces me asalta la fantasía de que había tirado la toalla. Poco después de esta conversación estábamos todos empaquetando el tiempo, el pasado y las experiencias en cajas y basuras. Dejaba su casa para trasladarse, una casa llena de objetos de todo tipo... Siempre había tenido vocación de trapero. Cualquier cosa podía ser útil en algún momento y con esa excusa se guardaba, hubiera espacio o no lo hubiera. En esa casa habíamos vivido un montón de bellos momentos. Cada amigo que pasaba por el centro de Barcelona subía para charlar, para ser escuchado, mimado y consolado. Él siempre tenía tiempo. Estaba disponible, algo poco frecuente. Y costó embutir todo aquello en un camión más de lo que costó hacer entrar un colchón en el Volvo repleto de cosas para trasladarlas.  Éramos cuatro empujando en lo que se convirtió en un parto al revés. Después cuando llegó la hora de colocar de nuevo todo aquello en la nueva casa parecía una tarea imposible. Y allí un instante, de nuevo, por sorpresa, unos bellos e inolvidables segundos de plenitud tuvieron lugar mientras estábamos en la buhardilla distribuyendo las cajas acumuladas que no cabían, que era una locura ordenar pero nosotros nos empeñábamos en conseguirlo. Sudados. Agotados. Dándonos una y otra vez golpes en la cabeza y con los riñones destrozados al tener que andar doblados por la falta de altura del techo. Nos miramos él y yo a los ojos, largo rato mientras él gritaba a los que estaban abajo y éstos no nos oían, y entonces empezamos a reírnos hasta dolernos la barriga, nos sentimos muy cerca, muy divertidos por la situación surrealista olvidándonos de la incomodidad. Yo fui feliz allí por la profunda unión que surgió del bochorno y la estrechez. 
Hay veces en la vida que tienes la fortuna de dar un salto, un salto que te permite vivir más allá del tiempo, más allá de lo que hay, más allá de lo que eres. Te fundes con otra persona, con la situación, con la experiencia... Dejas de sentirte y a la vez te sientes más que nunca. Echo de menos que me ocurra más a menudo. Y es que resulta casi una quimera poder planear esos momentos. Uno sólo puede confiar en que si ocurrió una vez, puede volver a suceder. Y escribir para revivirlo mientras tanto es lo que también me queda. Siempre nos quedará escribir. 

Comentarios

  1. Bella, profunda i sàvia reflexió, Sílvia, valent sincerament.
    I malgrat tot, bones festes.
    ~
    https://www.youtube.com/watch?v=jqa5kNNaMlc

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    Respuestas
    1. Molt bones festes Xavier!! I noktws gràcies per estar i seguir les meves tribulacions una abraçada

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