MIRANDO EL MAR, CONTEMPLANDO LA VIDA
Contemplar el mar es como contemplar la inmensidad de la vida. Al lado del mar mi mente se vacía de pensamientos y puedo dejar de estar presa de mi cabeza. A veces contemplamos el mundo como si éste estuviera empeñado en defraudarnos, le recriminamos una y otra vez el hecho de que no se ajuste a nuestras expectativas, nos creemos el centro de todo y las únicas víctimas del planeta. Una desgracia justifica que nos encerremos a cal y canto en nosotros mismos. “Me acostumbré. Es difícil no creerse superior cuando uno sufre”, escribe Marguerite Yourcenar en Alexis o el Tratado del Inútil Combate . Pero ante el mar me es imposible creerme el ombligo del mundo. Me siento pequeña, percibo claramente que la vida es mucho más de lo que yo puedo entender. Y amo el mar, amo el mundo, estoy más cerca que nunca de amar lo que es. “Todo aquello que sucede en cuanto puedo decirle sí se convierte en una fuerza; en cuanto lo rechazo o lo perdono quedo débil, me pongo por encima y a la vez que...
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