NI PLACER NI DOLOR
Dejar ir, dejar venir. Sin buscar, sin pretender cambiar nada. Como si uno estuviera tumbado al sol dejando que éste lo impregnara con su calor, con la vida y la luz que transmite. Y quedarse ahí estando con lo que hay, aceptar sin pelearse con lo que vives, con lo que sientes, lo que te dicen, lo que te dices... Como si pasaras una gripe en la que te rindes al cansancio y a la fiebre. Sería como trascender la realidad siendo observador y protagonista al mismo tiempo. Un protagonista que percibe lo que le ocurre como si el afuera hablara de su interior, como si los acontecimientos fueran una simple película de todo aquello que tengo pendiente. Pero no por ello conviene que me apresure a resolverlo. El no hacer y el no esperar son mis aliados. Dice Buda que el hecho de sufrir no indica necesariamente que algo esté equivocado. Propone más bien desengancharse de la necesidad de placer, de la necesidad de esperar algo mejor, del impulso de huir del dolor... Relajarse ante la paradoja, la...